Un Mundo NO TAN Feliz

Acabo de terminar de leer Un Mundo Feliz (Brave New World en inglés) del escritor inglés Aldous Huxley. Me lo había recomendado el padre de un amigo como un libro no muy largo pero muy interesante y de una gran importancia incluso filosófica. Tras terminar los exámenes acudí que la biblioteca municipal con ganas de saciar mi apetito lector y al ver que no tenían el siguiente volumen de la saga Canción de Hielo y Fuego cogí este libro y ha cumplido mis expectativas con creces.

Tengo que decir que, si bien la versión original completa era la primera vez que la leía; durante el año pasado, mientras cursaba 2º de bachillerato tuve que leer una adaptación de ese libro en ingles y que al tratarse de una adaptación de un libro ya de por si corto pues aportaba los detalles mas importantes para la compresión de esta espectacular distopía. Es por ello por lo que esta lectura constituye quizás una segunda lectura en la que profundice en la idea que Huxley quería transmitir.

El texto nos sumerge en un futuro donde los avances de la técnica han permitido la generalización de la reproducción invitro hasta tal punto que las relaciones con medios reproductivos están mal vistas y donde casi todos los habitantes han sido condicionados para no criticar su función en el mundo y entregarse al hedonismo. En este marco se nos presentan a todos los personajes a través de los cuales el autor describirá la vida de este “mundo feliz”.

Para ir abriendo boca os invito a leer y a reflexionar sobre  lo leído en este breve fragmento del prefacio de este libro:

Es probable que todos los gobiernos del mundo sean más o menos enteramente totalitarios, aun antes de que se logre domesticar la energía atómica; y parece casi seguro que lo serán durante el progreso de domesticación de dicha energía y después del mismo. Desde luego, no hay razón alguna para que el nuevo totalitarismo se parezca al antiguo. El Gobierno, por medio de porras y piquetes de ejecución, hambre artificialmente provocada, encarcelamientos en masa y deportación también en masa no es solamente inhumano (a nadie, hoy día, le importa demasiado este hecho); se ha comprobado que es ineficaz, y en una época de tecnología avanzada la ineficacia es un pecado contra el Espíritu Santo. Un Estado totalitario realmente eficaz sería aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla es la tarea asignada en los actuales estados totalitarios a los Ministerios de Propaganda, los directores de los periódicos y los maestros de escuela.

Un Mundo Feliz, Aldous Huxley 

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